Recientemente venimos hablando de ciberseguridad en la empresa. Desde la crisis del COVID-19 los modelos híbridos y los sistemas en la nube han aumentado exponencialmente y son susceptibles de ataques cibernéticos. Se trata pues de un desafío complejo que se ha instalado en nuestras vidas y puestos de trabajo y está aquí para quedarse.
El cibercrimen se ceba principalmente con las empresas (un 79%) seguido de los gobiernos, las ONG’s o la educación según un estudio reciente publicado por Microsoft. Por eso es importante concienciarse con esta problemática y protegernos de este entorno en continua evolución.
Tecnologías como la inteligencia artificial nos ayudan a captar señales y resultan fundamentales para bloquear muchos de estos ataques, pero las grandes compañías informáticas y tecnológicas han de seguir haciendo cuantiosas inversiones en materia de ciberseguridad en los años venideros. Además se hace imprescindible la colaboración público-privada para luchar contra estos ataques, así como la aprobación de leyes específicas que regulen de forma global las responsabilidades de los atacantes. A través de la transparencia de gobiernos y empresas podemos elevar el compromiso con esta cuestión para dar una respuesta rápida y global.
La ciberseguridad ha de ser una prioridad en las agendas nacionales e internacionales de los próximos años.