Casos de éxito

La escasez de chips golpea a la automoción

Otra de las grandes consecuencias de la pandemia del COVID-19 que ha vapuleado no solo al sector de la automoción, sino también la sanidad, la educación y el ocio entre otros ha sido el desabastecimiento de chips.

Con la crisis y los confinamientos, la movilidad se vio frenada por lo que los fabricantes de automóviles dejaron de abastecerse de chips para sus líneas de producción. De forma paralela, la demanda de dispositivos tecnológicos aumentó con el teletrabajo. Esta situación hizo que los fabricantes de chips cambiaran sus líneas de producción hacia otro tipo de productos. En la actualidad, sigue habiendo un aumento de la demanda de dispositivos electrónicos para el ocio y el teletrabajo a la vez que los productores de automóviles han arrancado con la producción orientada al vehículo eléctrico y autónomo convirtiéndose en un varapalo para toda la industria tecnológica.

Lejos de solucionarse el problema a corto plazo, se prevé que esta situación no se resuelva hasta entrado el 2022. La guerra tecnológica entre Estados Unidos y China ha acrecentado además este problema por lo que la estrategia de los gobiernos occidentales se está orientando ahora, a a la producción de semiconductores a nivel local, ya que suponen un componente esencial para la economía. La estrategia 20-30 de la UE ha pedido que un 20% de los chips de ultima generación se fabriquen en Europa. Para romper el oligopolio existente  y evitar que las empresas tengan sus cadenas productivas paralizadas, hará falta tiempo ya que la creación de plantas productoras de semiconductores no tiene una entrada fácil y su construcción requiere un plazo mínimo de entre 18 meses y 3 años. Con este panorama tendrá más poder las empresas que hayan previsto este problema y estén abastecidos de este tipo de chips.